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“Parece que todas las cosas grandes, para inscribirse

en el corazón de la humanidad con sus exigencias eternas,

tienen que vagar antes sobre la tierra revestidas cual monstruosas

y tremebundas figuras grotescas””

Friedrich Nietszche

Canciones a recomendar ( música para momentos de ocio)

  • thrashing the old blind school- strike master
  • morbid saint- assassin
  • Moonlight sonata- 1er mov.- Beethoven
Les doy una cordial bienvenida y les pido que busquen en "Escritos archivados" los textos que he venido colocando.

Escritos archivados

sábado, 16 de enero de 2010


Éste es un pequeño relato que deseo compartir con todos ustedes esperando y les agrade. Una amiga ahora le posee de regalo de cumpleaños, ojalá y le haya gustado si acaso un día se lo llegue a topar en esta espacio. Sin más espero y les agrade...


AETERNUSPRACIPITIUM

“Maldición de Luna pálida”

(Aeternus)

Comenzaré este relato, pidiendo la creencia de las descripciones de lo que me ha acontecido desde hace muchos ayeres, en una helada noche otoño. Los sucesos a pesar de parecer irreales, puedo jurar por este cuerpo en decadencia que si pudieran observar hasta la lástima tocaría sus ojos. Nunca han visto peor suerte en hombre vivo sobre la faz de la tierra en ninguna época, que mi propia condena.

Y así comenzaré con esto. Basto estupor el que sufría esa noche de luna brillante. Las sombras recorrían las calles, siniestras y misteriosas. Vagaban furtivamente dejando su huella de malignidad sobre su paso todos los ecos sonoros de la noche. Las copas de los árboles se movían extrañamente, trémulas las hojas bailando con el silbido helado que sopló durante esa noche de espanto, noche fría donde aún mi mente alberga el recuerdo inconsolable de la maldición que se venía.

Recorría con la mirada la oscuridad sólida que se formaba a derredor de mi mirada, en una ofusca morada donde los libros sobraban y la luz se hallaba extinguida por la tormenta eléctrica que cayó desde hacía algunos días. Las veladoras de la alacena se habían terminado y las tiendas donde pudiera dirigirme a conseguir unas, estaban cerradas debido a la avanzada hora que en esa noche gélida corría. Jugueteaba con las risillas que se dejaban escuchar a lo lejos. La afilada brisa que se venía del sur acariciaba mi rostro de una forma extraña. Mi asombro se vio aumentado con la aparición de ese ser que se venía acercando; yo observaba hacia los cerros y eso venia bajando. Era una cosa pequeña, no humana, no producto de mi imaginación, no fantasmal, en fin, no sabía lo que era, lo único que claramente se me presentaba, era el susto que temblaba sobre todo mi cuerpo, recorriéndolo del profundo miedo que amordaza al ser humano a la hora de mirarse amenazado. Y ese miedo producto de mi incomodidad y de la amenaza que cernía ese pequeño espectro sobre mí, era generado irrevocablemente por que se acercaba con mirada de demonio en venganza.

Devolví mi mirada a la suya y el fijaba la suya contra la mía. Era tormentoso la mirada tan pesada que sostenía vehemente con tanta fuerza el pequeño adefesio; calaba y dañaba mi cerebro por dentro, seguía acercándose, mis adentros se estremecían y el ansia que me abordaba de manera nunca conocida, me hacía sucumbir ante la imagen que a mi frente se presentaba. El frío caía repentinamente cubriendo el ambiente de densa extrañeza, el onírico ente que bajaba a paso firme buscando encontrarme al parecer se acercaba cada vez más y más, a lo que mi corazón se aceleraba y colgaban de mis manos las ansias estrechas de la escapatoria, algo que no podía llegar a ejecutar debido a una extraña influencia cargada de insondables lejanías, la cual postraba mis pies como plantándolos sobre el suelo lleno de suciedad y colillas de cigarrillos.

La luna se postraba altanera sobre su legión púrpura, situada dentro de la bóveda celeste, resguardada por las luciérnagas que alumbran el manto infinito de los antiguos, allí donde descansan los horrores más temibles, horrores que solamente pocos han osado desafiar, horrores que son prohibidos para los humanos, horrores dimensionales de seres arcaicos que buscan como llegar a nuestra dimensión térrea. Y allí era a donde miraba casi buscando la respuesta en esa infinita oscuridad adornada de estrellas, astros e ilusiones llenas de supervivencia que no mejoraba en nada, la situación tan comprometedora y extra normal con la que me afrontaba en ese momento en que sucumbía al pavor de tan amenazante enemigo.

La cosa se acercaba a paso firme, y con su tan seguro caminar hacia temblar mis piernas, yo sabia que venía por mí, pero mis reacciones solo eran fugaces ideas de qué hacer. No pude siquiera mover un poco articulación alguna de mi cuerpo, parecían rocas pesadísimas mis piernas y mis brazos señalaban al suelo consternados por el leve movimiento que solamente presentaba en mi dedo anular. Mi mentalidad se vio truncada de ideas sobre cómo huir a la tormentosa aparición que se exteriorizaba ante mis ojos en profundo clamor de ayuda. Seguía caminando y bajando del cerro en tanto aceleraba el paso eso que se cernía sobre mí, no sabía qué demonios estaba pasando, mis piernas no recibían estímulo alguno no podía siquiera mover la vista de la vista del ser que se me estaba presentando, estaba tan estrechada mi mirada a la suya que influenciaba de manera tan extranatural a mi cerebro, que les puedo jurar ni tan solo el viento que arreciaba hacia cerrar mis parpados ya llenos de resequedad y lágrimas.

¡Y el maldito se acercaba cada vez más!

Mis intentos de movimiento no cesaban en lo absoluto, mi rostro solamente reflejaba espanto, y la luna brillaba pálida y sagaz en el cielo nocturno, me sonreía y se burlaba de mis expresiones, sabía que algo bueno sucedería y por tal motivo seguía observando el acto; y yo sintiendo la respiración del maldito cada vez más cerca, y ella burlándose a carcajadas de lo que me esperaba. El ser que se aproximaba, ahora se encontraba a una distancia tan corta que hasta podía sentir su respiración fétida y ese olor tan peculiar que ahora mismo recuerdo y me hace estremecer; ese ser que se venía con la disposición de violentarme ya estaba a mi frente. Era de un metro de altura, sus manos eran enormes y su rostro, de facciones toscas y fuertes mostraba el peor horror que solamente en cuentos había alguna vez encontrado. Parecía que me hallaba dentro de un cuento de Poe ó en una fantasía espantosa dentro de las horrorosas penumbras que Lovecraft había descendido de sus abismales pesadillas y mundos llenos de pesadumbre y oscuridad; así era este personaje que fijaba su mirada en la mía y me observaba detenidamente, analizando mi rostro pálido sin expresión de esperanza y tan solo con la mirada llena de miedo y de muerte. Me observaba con odio, jamás parpadeando, lentamente observó cada una de las reacciones que mi innítida cara reflejaba ante este ser espectral venido de no sé donde y que pensaba y me tomaría el alma hacia no sé que lugar perdido entre dimensiones ó entre las galaxias lejanas llenas de oscuridad reinante. Esa cosa llenaba el ambiente de un detrimento y su olor era tan agudo que las náuseas tenían expresión sobre el constante terror que habitaba en ese momento en este cuerpo ahora amorfo. Y mientras me observaba sarcásticamente riéndose de mí con una mueca ligera de altiveza, pero sin tan solo quitar el repudio tan apegado a piel, que parecía y me tenía. Todo su enano cuerpo estaba lleno de vello, vello rojizo. Su nariz era pequeña pero sumamente ancha. Tenía tres cuernos en la frente, o al menos esas horrendas bolas salientes de su frente ancha y amplia, lo parecían. Sus cejas eran crespas y pobladas, sus ojos de color rojo, que con la luz pálida de la luna parecían llamaradas dentro de su retina. Sus labios eran voluptuosos y anchos, y solamente esbozaron las articulaciones de las siguientes “palabras”: b´rsub-amugth-asdra-gtiyev

Ese maldito se me abalanzó encima, yo siquiera pude moverme, mi cuerpo no respondía y un dolor enorme sentí por la espalda cerca de mi hombro izquierdo.

¡El pendejo me había herido con sus malditas uñas!

Me incrustó una cosa esférica sobre la herida que había conseguido abrir con sus enormes manos. Yo rompía el silencio tenebroso de la noche con mis gritos, gritos desoladores salidos de lo más profundo de mi cuerpo, esperando que alguien llegase a mi ayuda más nadie llegó a mi auxilio, y a decir verdad ahora no desearía que alguien se hubiese acercado por mera curiosidad y terminando sufriendo este tormentoso espanto, el cual yo sufrí en esa maldita densidad de negrura, a solas con el ser enano que me mutilaba.

El desgraciado empezó a abrirse camino con sus manos haciendo mi piel a los lados, estirándola a su punto culmine, y yo sufría y me retorcía por dentro; mis alaridos despertaron a las enormes urracas que vivían en los cerros, y estas se empezaron a acercar a carcomer y picotear mi herida, estoy seguro ahora que lo pienso que esa bestia de tamaño compacto llamó con un extraño sonido que profirió de su garganta, a esas aves que torturaron mi ser durante ese interminable lapso de tiempo, en lo que lo que se anhelaba no era sobrevivir ó la ayuda, sino el mismo tacto de la muerte que sería la única que podría llegar en un verdadero auxilio de ese acontecimiento tan espantoso que ahora les relato en sufrimiento. Pero no paso así, a pesar de la sangre que brotaba y se chorreaba sobre el suelo de mi hogar, la muerte jamás pasó siquiera a observar lo que sucedía. Los sonidos de la noche con esos grillos sonando y el viento soplando ancestral sobre las copas de los árboles, parecían ser cómplices furtivos del demonio que me sucumbía.

El cabrón había acabado de incrustar su piedra esférica en lo profundo de mi ser, y yo que no podía hacer movimiento alguno, solo gritaba y lloraba, el dolor era comparable a estarse quemando y recibiendo latigazos con afilados clavos en la espalda; y esa jodida piedra esférica en el fondo de mi ser me quemaba mis adentros, me estaba torturando delicadamente, lentamente haciéndose sentir sobre todo mi cuerpo que en ningún momento pudo sucumbir ante el dolor y dejarse vencer. Y mientras sufría en inconsolables llantos y gritos desgarradores salidos de los adentros más recónditos de mi garganta, el pendejo enano al fin, expresaba otra maldita mueca que la de odio y burla en su tosco rostro…

¡La de alegría, estaba alegre al verme sufrir sin morir!

¡El pendejo se burlaba de mí! Y yo tan solo preguntaba -¿Por qué? ¿Por qué?

Y el imbécil contestaba: b´rsub-amugth-asdra-gtiyev

Y la luna brillaba pálida y sagaz en el cielo nocturno, me sonreía y se burlaba de mis expresiones, sabía que algo bueno sucedería y por tal motivo seguía observando el acto, y yo sintiendo la respiración que se diseminaba entre el ambiente, y ella burlándose a carcajadas de lo que me sucedía. No sé que extraña maldición había encadenado a mi cuerpo con este dolor tan inmenso. Un dolor eterno que a pesar de toda las vidas que se hubieran marchado de mí por el horrible y tortuoso suplicio por el que pasé, seguía continuando dentro de mí y hasta en estos momentos en el que les relato de la maldición que me aconteció en esa noche de luna pálida.

El ser se alejó con una mueca y riendo con la risa más tétrica que puedan siquiera imaginar, desapareció ante mis ojos dejándome con el tormento que aún guardo. Toque mi espalda y la herida había desaparecido, la sangre no estaba chorreada por el suelo. Pero el dolor insufrible e indecible que superficialmente les comento, seguía ahí, estancado y martirizándome hasta el día de hoy y para siempre.

El ser hizo un pacto con la muerte por mi alma, ó no sé qué diablos reclamaría de mí. He intentado arrebatar el tormento que me sucumbe día a día, pero no he encontrado formas de asesinarme. Me di dos disparos y solamente sentí el horrible estrellar de la bala en mi cabeza y tan solo sangre corrió. Me lancé de un edificio enorme, y mis huesos duelen horrorosamente y aún así, sigo vivo. Me he cortado en mil pedazos y aparezco en mi casa recostado con dolor indecible y ni tan solo descriptible. Estoy harto de “vivir”. No envejezco, no hay pulso, solo vivo sufriendo. El hambre me llega y no la sacio, la sed de igual forma.

¿Viviré siempre con este suplicio tan desolador por la eternidad?

¿Por qué no puedo morir, por qué?

Y la frase que rondaba en mi cabeza: “b´rsub-amugth-asdra-gtiyev”

¿Qué demonios era, qué demonios significaba…?

¿Cómo iba a terminar con esta maldición?

Aeternus

2 comentarios:

Maharet Reina Madre dijo...

he vuelto despues de largo tiempo para sorprenderme al leer este escrito que me atrapo y no entiendo por que no lo lei antes ,pero asi son las cosas volvi me encanto leerte .muy buena historia Aeternus, te felicito.Yo siempre leo para comentar,

aeternus dijo...

grax Maharet Reina madre por la lectura de mis escritos
y lo mejor es que me comentas para agredecer. es ese el alimento de un escritor desconocido, el que alguien al menos en su mente lo de a conocer