El habitáculo
En el habitáculo, donde la oscuridad se cola,
Con el frío soplo del viento que suspira
Haciendo el amor con mi aliento que en el aire
Circunda deseoso a doblegar su blanda esencia sacudida;
El canto de mi alma no sale más allá de aquí,
Y con mi lengua regurgitando armonioso el bostezo
A mi oído desprotegido del pasar sonado de los años,
Que agachan la cabeza recordándose pasados
Hago mueca de esperanza con los ojos hundidos
En mi largo anhelo nostálgico del “qué vendrá”,
Habito decadente y sentado escuchando el piano
En ese habitáculo oscuro lleno de la serenidad molesta
De la noche helada que besa las manos, labios y piernas,
Tornando en equimosis enorme, el halito del alma huido,
De un sueño sonoro que se ha estrellado con mi anhelo
De exhalar nueva braza de un amanecer que traidor sonreirá
Mostrando su quijada llena de la senectud misma,
¡Que las luces en este habitáculo profieran!
-densa oscuridad que impera.
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